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Escenario Global según El FMI en la Reunión Anual, nada alentadora.

Bali es este año el escenario escogido por el FMI para celebrar su reunión anual. Con el ánimo sombrío con el que los técnicos del Fondo celebran su gran cita anual. Porque las perspectivas de crecimiento presentadas por el organismo que encabeza Christine Lagarde suponen un jarrón de agua fría. Los buenos tiempos no van a durar para siempre. Es el mensaje que repite el Fondo Monetario Internacional mirando a la vulnerabilidad más notable que tiene en este momento la economía y el sistema financiero: la deuda global, tanto pública como privada. Está a un nivel históricamente muy alto y un ajuste repentino en las condiciones financieras, advierte, pondrá en peligro el crecimiento hasta el punto de detonar una nueva recesión. La reflexión es simple. Este apalancamiento puede convertirse en un verdadero problema y provocar fuertes tensiones si los tipos de interés suben conforme avanza el proceso de normalización de la política monetaria y las condiciones financieras se restringen. Como señala el FMI, se da la circunstancia de que hay economías muy endeudadas y que encima tienen un perfil de crecimiento menor que antes de la pasada crisis.

Tobias Adrian, principal consejero financiero del FMI, advierte que en el escenario más adverso es posible que se produzca “un crecimiento negativo” en un plazo de tres años. Es una posibilidad en todo caso aún lejana, señala.

La deuda global asciende a 164 billones de dólares, según datos de 2016. Eso equivale al 225% del producto interno bruto mundial. El planeta está un 12% del PIB más endeudado que en el anterior máximo en 2009. China es una fuerza mayor, con el 43% del incremento desde 2007. La deuda pública también desempeñó un papel importante en esta escalada, por las medidas de respuesta a la recesión.

El informe de estabilidad financiera advierte que la persistencia de la laxitud monetaria está provocando que crezcan las vulnerabilidades a medio plazo, por la acumulación de activos de deuda vincula a las empresas. La semana pasada ya advirtió de que las emisiones de bonos corporativos están disparadas. El FMI señala que la volatilidad observada desde febrero en los mercados es reflejo de que los riesgos se agudizaron ligeramente a corto plazo. A mediano plazo, añade, “son elevados”.


Incertidumbre

El hecho de que la tensión reciente en Wall Street y otros parqués no provocara trastornos mayores, según Adrián, “no debería servir de gran consuelo”. “Los inversores y las autoridades deben estar atentas a los riesgos vinculados al alza de los tipos de interés y al aumento de la volatilidad”, insiste. Las tensiones comerciales y un incremento del proteccionismo crean una incertidumbre adicional.

Las economías emergentes y en desarrollo están especialmente expuestas a este riesgo derivado de un eventual endurecimiento repentino de las condiciones financieras. China es un punto principal de preocupación, por su tamaño. Aunque aplaude que las autoridades estén adoptando medidas para hacer frente a este riesgo, califica las vulnerabilidades de su sector financiero de “agudas”.

Estas vulnerabilidades, alerta, “podrían poner en peligro el crecimiento”. “Conforme los bancos centrales continúen normalizando la política monetaria”, insiste, “las vulnerabilidades financieras presagian un camino lleno de baches por delante”. Este apalancamiento, explica, no hará más que amplificar el impacto de los choques en el sistema financiero y en el conjunto de la economía.

La marcha de la inflación será clave a partir de ahora. El FMI no sabe decir cómo responderán los precios a los estímulos fiscales en Estados Unidos, donde el proceso de normalización está más avanzado. “Pero si la inflación sube más rápido de lo previsto”, advierte, “los bancos centrales podrían responder con más firmeza y producir una fuerte constricción de las condiciones financieras”.

Transición

El FMI insiste por tanto que la economía global se enfrenta “a un momento de transición crítico” conforme se normaliza la política monetaria. El reto es que esa transición se haga de la manera más suave posible. Para disipar los riesgos al máximo, el Fondo recomienda a los bancos centrales que el avance en el proceso se haga de una forma gradual y se comunique la estrategia con claridad.

En paralelo, pide a las autoridades aborden los riesgos en el sector no bancario y que sigan adelante con las reformas en marcha tras la crisis, refuercen los balances de los bancos más débiles y resuelvan los problemas de liquidez de algunas instituciones que operan a escala internacional. “Una turbulencia repentina podría dejar expuestos esos desajustes y cristalizar problemas de financiamiento”, advierte.


Eurozona

Por otro lado para los grandes países de la eurozona. No se ve ni rastro del optimismo que reinaba hace un año. La economía global ya no va a crecer este año un 3,9%, como se preveía hasta hace poco. Se tendrá que conformar con dos décimas menos.


Peor será el mordisco que se llevan los grandes de la UE: Francia, Alemania, Italia y Reino Unido. Todos ellos evolucionan peor de lo esperado en los últimos meses. La eurozona sigue creciendo a un ritmo aceptable —este año lo hará un 2%, cuatro décimas menos que la previsión de abril—, pero la locomotora parece renquear antes de lo esperado.

Cada país tiene sus propios problemas. A Francia le penaliza una demanda externa más débil de lo previsto. Alemania crecerá seis décimas menos por el menor tirón de las exportaciones y de la producción industrial. En Italia preocupa la incertidumbre generada por su Gobierno populista y antieuropeo y la menor demanda, tanto interna como externa. Y el crecimiento en Reino Unido se ve ralentizado por el embrollo en torno a su salida de la UE, que presumiblemente derivará en un aumento de las barreras arancelarias en sus intercambios con el resto de Europa y, por lo tanto, en un crecimiento menor. España seguirá avanzando con fuerza, aunque una décima por debajo de lo anunciado hasta ahora, el 2,7%.


China Vs EEUU

Esta rebaja generalizada en las previsiones de crecimiento no es una sorpresa. Los representantes del Fondo ya venían hablando en las últimas semanas de una materialización de los riesgos que vislumbraban en el horizonte. Pero sí resulta novedoso el intento del FMI de anticipar quién acabará pagando el pato por el conato de guerra de comercial. Y llama la atención que el gran perjudicado a largo plazo acabe siendo el principal responsable del inicio de las hostilidades: EE UU.

Para prever las consecuencias de una contienda que apenas acaba de empezar, el Fondo estima cinco escenarios. El primero es que los aranceles se queden en los que ya ha aprobado Trump sobre el aluminio y el acero, que pesan sobre productos chinos por valor de 250.000 millones de dólares, y la respuesta de Pekín de castigar 60.000 millones de importaciones de EE UU.

Los siguientes supuestos se materializarán en la medida en que las agresiones de un lado sean respondidas por el otro: que se amplíen a importaciones chinas por valor de 267.000 millones; que EE UU vaya más allá y penalice todas las importaciones de coches. Y el supuesto más pesimista es que el conflicto acabe contagiando a la inversión empresarial y a su capacidad de financiarse en el mercado.

Pues bien, en todos estos escenarios, China sería la más perjudicada en los primeros años. Pero el siguiente sería EE UU. Y, a largo plazo, acabará resultando mucho más castigado, con descensos del PIB de casi un punto porcentual. En todo el mundo, solo sus socios del recién rebautizado tratado de libre comercio (México y Canadá) sufrirían un descenso mayor.

Trump ha anunciado aranceles sobre productos chinos por valor de 260.000 millones de dólares provocando la respuesta inmediata de Pekín, que estableció barreras para 110.000 millones en importaciones de EE UU. Estos aranceles afectan ya al 2,5% del comercio mundial, según las estimaciones de ING. “El mayor riesgo radica en un aumento generalizado de los aranceles impuestos por EE UU contra los principales bloques económicos, despertando una fuerte respuesta de China y de la UE”, alerta un informe de BBVA Research. Como dijo Lagarde antes de partir hacia Bali, “la retórica está convirtiéndose en realidad”.

En el último informe que elabora como economista jefe del FMI, Maurice Obstfeld alerta del cúmulo de riesgos que se agolpan en el horizonte: además de las tensiones comerciales, está el posible riesgo en las negociaciones para el Brexit, las restricciones financieras en las economías desarrolladas que se ven acrecentadas por las subidas de tipos de la Reserva Federal y la vulnerabilidad por tener una deuda pública más elevada que una década atrás, cuando comenzó la Gran Recesión.

“Si añadimos las importantes tensiones políticas de algunas regiones, estimamos que, incluso para el futuro más inmediato, la probabilidad de sorpresas desagradables sobrepasa la de que vayamos a recibir buenas noticias imprevistas”, concluye Obstfeld.


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